El museo presenta una línea del tiempo basada en la inteligencia artificial que permite dotar de un marco histórico y cultural a las obras y autores, así como ampliar información sobre ellos
Texto por Silva Hernando
La propuesta es una moneda de doble cara. La primera ofrece una lectura aumentada de los textos explicativos de 5.500 fichas de obras de las 17.000 que existen en español (más 2.700 en su versión en inglés). Al acceder a la web semántica del Prado (que se lanzó en 2015 también en colaboración con Telefónica, y que permite interconectar las piezas artísticas y los autores de la colección con otros contenidos como conferencias, documentos, archivos del museo…), ahora resulta posible pinchar sobre ciertas palabras relativas a conceptos y temas clave que ayudan a ampliar las referencias sobre una pieza en concreto. Por ejemplo: en la entrada en línea de Las Meninas, se puede acceder a información ampliada sobre Velázquez (el autor); Antonio Palomino (tratadista que dedicó un epígrafe a esta pintura en su historia de los pintores españoles de 1724); o Felipe IV (el rey que se refleja en el espejo del cuadro). Al hacer clic sobre estas palabras, el sistema ofrece varias opciones: leer la correspondiente entrada de la Wikipedia, ver la página de autor dentro de la web del Museo del Prado (cuando la hay), o acceder a su línea del tiempo.
Esta última opción define la segunda cara del proyecto. Se trata de una aplicación que permite visualizar las obras del museo en orden cronológico. Sobre estas, se superponen en capas los principales acontecimientos históricos, literarios, pictóricos, arquitectónicos, musicales, filosóficos, escénicos y científicos de la época (se puede seleccionar hasta cinco de estas ocho estas categorías a la vez). Proseguimos con el ejemplo de Las Meninas, que se pintaron en 1656. Ese mismo año, Hendrick Dubbels terminó El puerto de Ámsterdam en invierno, un cuadro que también se guarda en el Prado. En torno a esas fechas nacieron Carlos XI, uno de los grandes monarcas de Suecia; Bartolomeo Cristofori, el inventor del piano, o Edmund Halley, el astrofísico que puso nombre al comenta que observamos por última vez en 1986. Aunque la propuesta se ha diseñado para el público general, parece claro que sus utilidades en el terreno de la educación son amplias. Además, permite acercar el Museo del Prado a todo aquel que no puede visitarlo físicamente. “La tecnología solo tienen sentido si mejora la vida de las personas”, afirmó Eduardo Navarro, directivo de Telefónica que también participó en la presentación. “En la educación, ya no sirve lo de memorizarlo todo: el gran reto ahora es estar preparado para los muchos retos de la sociedad. Y, en ese sentido, ahora priman la creatividad y la capacidad de poner las ideas en contexto”.
Fonte: EL PAÍS